El ciudadano atento
Verlas venir
Dr. Luis Muñoz Fernández
Según el Diccionario del español actual de Manuel Seco (Aguilar, 1999), la expresión “verlas venir” significa “adivinar sus intenciones, adivinar lo que va a suceder”. Todos sabemos que predecir el futuro es un deporte de alto riesgo, no sólo porque frecuentemente se yerra en los augurios, sino porque es muy probable que el profeta haga el ridículo, se vuelva sujeto de descrédito y tire por el caño la poca confianza que con tanto esfuerzo y prudencia había logrado reunir.
Pese a lo anterior y ante el momento cuyo acto inuagural atestiguaremos mañana lunes 20 de enero de 2025, creo que vale la pena arriesgarse. La toma de posesión de Donald Trump como el cuadragésimo séptimo presidente de los Estados Unidos de Norteamérica viene precedida por una serie de nombramientos y declaraciones del personaje, además de varios análisis por expertos en estos temas, que hacen de la predicción un arte mucho más confiable y posiblemente más certero.
Para situarnos en contexto, va la descripción de la realidad mundial que describe en La silicolonización del mundo. La irresistible expansión de liberalismo digital (Caja Negra, 2018) el filósofo Éric Sadin al referirse a la crisis financiera de 2008:
“Este ciclón que hace temblar el planeta no representa un fenómeno aislado, sino que se inscribe en un contexto global altamente sísmico que ve como se insinúan otras catástrofes ya tangibles o en germen. Es lo que pasa con las deudas de los Estados… O el desempleo masivo que, desde hace décadas, impulsa una lucha sin tregua, dando muestras de los límites de lo político para poder actuar sobre el curso de las cosas. El costo de la vida, las desigualdades salariales, la precariedad de toda situación forman haces convergentes de inestabilidad que erosionan poco a poco la base común de la existencia y vuelven frágiles los lazos sociales. El aumento de los descontentos y las frustraciones no provoca solamente –de modo secundario– la adhesión a partidos populistas o de extrema derecha, hace posible de aquí en adelante que sean electos gobiernos que se desvían de ciertos principios democráticos fundamentales...
El terrorismo cambió de escala. Antes operaba de modo esporádico y con blancos precisos mientras que hoy golpea de modo recurrente e indiferenciado…
Hay otros peligros que conciernen al estado de la biosfera. Se multiplican los signos que confirman día a día el calentamiento climático… la erradicación de especies debida a la acidificación de los océanos… Además, hay partículas finas que corrompen la atmósfera causando millones de muertes prematuras cada año”. [Esto último se reconoce ahora como una causa relevante de cáncer pulmonar en no fumadores. Lo que está entre corchetes es mío].
Como una versión actualizada de Geta y Caracalla, Trump y Musk, o “Trusk”, como se empieza a llamar a su duunvirato, irrumpirán en este frágil escenarioque ellos mismos han contribuido a crear con sus obscenas fortunas para hacer del mundo su Coliseo particular. No se descarta todavía que Mark Zuckerberg, peinando su rubia guedeja y portando esos siniestros anteojos negros y puntiagudos de la realidad virtual, se les una para completar un triunvirato. Ellos y otros de su cuerda, dibujados genuflexos en la caricatura de Ann Telnaes que Jeff Bezos prohibió publicar en The Washington Post, se disponen a gobernar el planeta mediante la estrategia favorita del capitalismo salvaje: la doctrina del shock que descrita por Naomi Klein. Y manipulando las conciencias mediante la redes sociales de su propiedad. Ya no se molestan en disimularlo.
En este mundo la clase política la conforman, salvo algunas destacables excepciones, actorcillos al servicio de los verdaderos dueños del poder, potentados a los que muchas veces no conocemos (y nunca votamos), dueños de los resortes que mueven los hilos de ese teatro guiñol que llamamos democracia. Por eso me preocupa más Caracalla (Musk) que Geta (Trump).
¿Que cómo las veo venir? Mal dadas. Nos pondrán a prueba. La ventaja es que, ensoberbecidos, subestiman el poder que tenemos la gente común. Siempre hay manera de resistir.
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