El ciudadano atento
Desvinculados
Dr. Luis Muñoz Fernández
La mayor parte de los ciudadanos no nos interesamos por los temas teóricos que pertenecen a los dominios ajenos y muchas veces incomprensibles de la ciencia y la filosofía. Suponemos que son especulaciones que no tienen que ver con nosotros y que no repercuten en nuestra vida cotidiana. Lamentablemente, estamos muy equivocados.
Edgar Morin, filósofo y sociólogo francés afirma que fue René Descartes quien formuló desde el siglo XVII el núcleo teórico mental que ha controlado el pensamiento occidental hasta nuestros días. Lo ha llamado el gran paradigma de Occidente. Señala Morin que esta forma de pensar “ha permitido, sin duda, los enormes progresos del conocimiento científico y de la reflexión filosófica; sus consecuencias nocivas ulteriores no se comienzan a revelar hasta el siglo XX”.
Según Leonardo Viniegra, estudioso de Morin, la enorme y sutil influencia del gran paradigma de Occidente ha conducido a la separación de los mundos de la cultura científica (pragmática, utilitaria, técnica, objetiva, predecible, aséptica, controladora) y la humanista (la poesía, las artes, la filosofía, los valores, los sentimientos, el amor, la pasión). Además, aisló unas ciencias de otras y, dentro de una misma ciencia, separó unas disciplinas de otras.
Y agrega que con el tiempo, la actividad científica, cuando no se reviste de los valores del humanismo, llega a convertirse incluso en una amenaza para el propio ser humano. Estos efectos negativos de la ciencia actual suelen minimizarse porque la actividad científica es un gran negocio que, salvo algunas excepciones, se conduce bajo las premisas económicas del capitalismo salvaje al que estamos sometidos.
Esta parcelación del conocimiento favorece dos fenómenos actuales muy preocupantes: el individualismo exacerbado en detrimento de la solidaridad y aislamiento del ser humano del mundo natural, con las implicaciones que esto tiene en la crisis climática y el deterioro planetario.
Sobre el primer fenómeno recupero las palabras de una entrevista reciente a la psiquiatra Marta Carmona, miembro de la junta directiva de la Asociación Española de Neuropsiquiatría y de la Asociación Madrileña de Salud Mental:
“Vivimos un momento histórico ultraindividualista… Sabemos que estamos generando unas condiciones de vida insufribles para muchísima gente”.
Respecto al segundo fenómeno, no nos sentimos parte de la naturaleza, sino seres de excepción ajenos al resto de las criaturas. Karen Armstrong, reconocida experta en religiones, dice lo siguiente en su libro “Naturaleza sagrada. Cómo podemos recuperar nuestro vínculo con el mundo natural”:
“La causa de la crisis radica en las características de la existencia moderna, que, pese a sus considerables logros, adolece de fallos fatales. Estamos empezando a comprender que los presentes hábitos de vida, aun con sus beneficios, no sólo están inhibiendo el florecimiento del género humano, sino que amenazan la supervivencia misma de nuestra especie… Si hemos saqueado la naturaleza, tratándola como un simple recurso, es porque en los últimos quinientos años hemos cultivado una cosmovisión muy distinta a la de nuestros antepasados…Nuestra existencia urbana y la tecnología que nos absorbe nos han alienado de la naturaleza…”.
Se podrá estar de acuerdo o no con lo anterior, pero es muy claro que, presas de intereses opacos, vivimos desvinculados de los demás y del entorno natural del que formamos parte, de cuya integridad y salud depende nuestra vida y la de nuestros descendientes.
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