El ciudadano atento
Redes enfermizas
Dr. Luis Muñoz Fernández
La palabra “enfermizo, za” tiene tres acepciones en el diccionario: 1)“Que tiene poca salud, que enferma con frecuencia”. 2)Capaz de ocasionar enfermedades…; 3)Propio de un enfermo. En este texto nos vamos a ocupar de la segunda acepción aplicada a este fenómeno global llamado redes sociales o, como dicen los estadounidenses tan afectos al efectismo, SoMe (contracción de Social Media).
A propósito del tema, Andrés Rábago García (Madrid, 1947), mejor conocido como El Roto, es –dice la Wikipedia– un “dibujante satírico e historietista, dibujante gráfico que colabora desde hace años en el periódico El País” donde el pasado martes 26 de noviembre publicó una viñeta en la que una tortuga marina atrapada en una red de pesca y con cara de profunda tristeza grita: “¡Hijos, no os dejéis pescar!”. Esta semana ha sido pródiga en torno los peligros de las redes sociales, sobre todo para los niños y jóvenes.
La semana pasada en este mismo espacio tratamos los efectos de la exposición prematura a las pantallas en el desarrollo neurológico de la niñez y la juventud. En esta ocasión iremos un paso más allá para señalar a las redes sociales como una de las causas responsables de la epidemia de alteraciones de la salud mental que parecen cebarse con particular frecuencia e intensidad en estos grupos etarios. Aunque no puedo afirmarlo con absoluta certeza y seguramente existen explicaciones distintas e incluso mejores, parece que nunca antes la ansiedad y la depresión habían mostrado tamaña prevalencia que la que exhiben en las últimas generaciones.
Son varios los estudiosos que así lo señalan. Uno de ellos es Jonathan Haidt, psicólogo social y profesor de Liderazgo Ético en la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York, autor de La generación ansiosa. Por qué las redes sociales están causando una epidemia de enfermedades mentales entre nuestros jóvenes (Ediciones Deusto, 2024):
“Este libro cuenta la historia de lo que le ocurrió a la generación nacida después de 1995, popularmente conocida como generación Z, la que sigue a los millennials (nacidos entre 1981 y 1995). Algunos mercadólogos nos dicen que la generación Z abarca hasta los nacidos en 2010, más o menos, y proponen el nombre de «generación alfa» para los niños nacidos después, pero no creo que podamos establecer una fecha que marque el fin para la generación Z hasta que cambiemos las condiciones que provocan tanta ansiedad a los jóevenes”.
Durante la generación de los millennials se popularizó el internet e inició la digitalización. La generación Z estuvo expuesta a internet desde el principio y la llamada generación alfa se volvió adicta al uso de los teléfonos inteligentes y las tabletas, es decir, constituyen lo que hoy llamamos “nativos digitales” (un concepto completamente falso, según Michel Desmurget y María Couso). Haidt expone inquietantes gráficas basadas en estudios serios que muestran que entre los jóvenes universitarios de los Estados Unidos y a partir de 2010 la ansiedad ha aumentado un 134%, la depresión lo ha hecho en un 106% y el trastorno de déficit de antención-hiperactividad ha crecido un 72%. Los niveles de incremento de la ansiedad a partir de ese año son más pronunciados en el grupo de los 18 a 25 años (un 92%), la depresión grave en los adolescentes varones ha sufrido desde entonces un aumento del 161% y en las adolescentes mujeres un 145%.
Esta epidemia empieza a preocupar a los gobiernos. El de España ya ha prohibido por ley el ingreso a las redes sociales a menores de 14 años y está analizando subir ese límite a los 16 años. Esta semana el Senado de Australia aprobó una ley pionera que prohibirá el acceso a las redes sociales a menores de 16 años. Y preocupa también a ciertos medios informativos. Varios periódicos como The Guardian y La Vanguardia han cancelado sus cuentas en X por considerar que se ha convertido en una red de desinformación. Creo que se quedaron cortos. No sólo es una amenza para la salud física y mental de la juventud, sino un grave riesgo para la democracia, aunque sea casi una entelequia .
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